Desde pequeña, mi
primer experiencia con el mar fue precisamente en Acapulco, quizás es por eso
que para mi, este puerto tiene un significado especial.
Recuerdo que tenía
seis años, y antes de que terminaran las vacaciones escolares, escuche decir a
mi mamá... Nos vamos a la playa!
Se armo tremendo
alboroto.
Todos participamos
en la organización, para los 6 hermanos incluyéndome, era la primera vez y no
sabíamos con exactitud que empacar, lo primero fueron los trajes de baño, las
toallas y algunos sombreros, mi muñeca preferida no podía quedarse en casa, y entre
risa y risa logramos organizar la
mochila de cada quién.
En aquel tiempo,
vivíamos en la ciudad de México y el viaje lo hicimos en autobús; desde llegar
a la terminal (porque en ese tiempo no existía la Central Camionera Norte o Sur
como hay ahora), comprar los boletos, la espera y luego las 7 horas de viaje, aún no existía la Autopista del Sol (en la actualidad un viaje por carretera ocupa menos de 5 horas), todo
fue parte de la aventura y la emoción.
En aquel momento, de
algarabía y fiesta que significaba el paseo familiar, para mi era inimaginable
que mi destino sería... vivir en Acapulco.
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